lunes, 28 de noviembre de 2011
Manejo del dolor.
Según la Asociación internacional del estudio del dolor (IASP), lo define como una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociado a un daño tisular actual o potencial. Es un mecanismo que el organimo posee para expresar un desequilibrio, una disarmonía, una pérdida del orden vital.
El dolor es una experiencia sensorial (objetiva) y emocional (subjetiva), generalmente desagradable, que pueden experimentar todos aquellos seres vivos que disponen de un sistema nervioso. Es una experiencia asociada a una lesión tisular o expresada como si ésta existiera.
COMPONENTES DEL DOLOR:
La fisiología del dolor tiene cuatro componentes que son:
La nocicepción: Es la única etapa común en todas las personas pues es una etapa inicial bioquímica. A su vez se divide en tres subetapas que son la transducción, transmisión y modulación del dolor.
La percepción.
El sufrimiento.
El comportamiento del dolor.
Según el tiempo de evolución el dolor se clasifica en:
-Dolor crónico: Es el dolor que dura más de tres meses, como el dolor oncológico.
-Dolor agudo: Es el dolor que dura poco tiempo, generalmente menos de dos semanas, como un dolor de muelas, o de un golpe.
Es difícil diferenciar un dolor agudo de un dolor crónico pues el dolor cursa de forma oscilante y a veces a períodos sin dolor. El dolor postoperatorio es un dolor agudo, pero a veces se prolonga durante varias semanas. Las migrañas o la dismenorrea ocurre durante dos o tres días varias veces al año y es difícil clasificarlas como dolor agudo o crónico.
UMBRAL DEL DOLOR:
El umbral del dolor es la intensidad mínima de un estímulo (la fuerza más leve de un golpe o el contacto más breve con la fresa del dentista) que genera la sensación de dolor. Estudios hechos en el laboratorio con diferentes tipos de personas: esquimales, pieles rojas y caucásicos, por ejemplo, indican que casi todo el mundo tiene, sobre poco más o menos, el mismo umbral del dolor. Usaron una lámpara de rayos infrarrojos para elevar paulatinamente la temperatura de la piel se ha visto que la mayoría de la gente comienza a sentir dolor cuando el calor llega a los 45° (lo que no es de extrañar, pues a esa temperatura es cuando el calor empieza a dañar los tejidos), y prácticamente todos se quejan de dolor antes de que la temperatura llegue a los 47 grados.
Lo que diferencia unas personas de otras es en sus reacciones al dolor; lo que para una resulta intolerable, no altera a otra, aunque las dos sientan dolor. Hay dolores que producen angustia, depresión, náuseas y lágrimas en cierta gente pero no en otra. La tolerancia al dolor puede variar en una misma persona según las circunstancias y el estado psíquico. Si nos damos un golpe en el dedo gordo del pie al huir de un perro fiero o de un asaltante, probablemente no sintamos ningún dolor. El personal de los hospitales ha descubierto que la preparación psicológica suele reducir el dolor postoperatorio. Un paciente al que se le explica antes de operarlo cómo se va a sentir después, cuánto le va a doler y cuánto tiempo le durará el dolor, generalmente necesita menos analgésicos después de la cirugía que el paciente que no está preparado.
ESCALA DEL DOLOR
DOLOR EN ANCIANOS
El más alto índice de enfermedades crónicas, entre ellas el dolor neuropático, y la necesidad de la asistencia para el diario vivir, que caracteriza a esta población, puede colmar y quebrar muchos de los sistemas de salud. Los síndromes dolorosos son muy comunes en los ancianos, aunque tiende a decrecer, levemente, entre los más ancianos. (ancianos-ancianos)
La artritis, el cáncer y muchos otros síndromes dolorosos son más comunes en los ancianos, y la prevalencia del dolor se incrementa con la edad, aunque la comunicación de las algias tiende a disminuir. Las algias de patologías específicas afectan de manera desproporcionada a la población geriátrica, como ocurre con el herpes zoster, la arteritis temporal, la polimialgia, y las enfermedades arterioscleróticas vasculares periféricas.
Los cambios en la percepción del dolor, asociados con la edad, han sido y siguen siendo un tema de interés para los médicos que han observado manifestaciones sensoriales de enfermedades comunes en el adulto. Existe una mayor incidencia de infartos de miocardio o intestinales silentes o la tolerancia de algunos ancianos en soportar procedimientos quirúrgicos menores con poco o ningún dolor. Por lo tanto los cambios fisiológicos en la percepción dolorosa y la tolerancia, son difíciles de separar de los cambios relacionados con la enfermedad y de las confusas diferencias psicológicas, en comparación con poblaciones no longevas. Recordar las variaciones individuales e interindividuales en todos los órdenes de la fisiopatología. Los pacientes que son agredidos por una afección, no responden “como quieren” sino “como pueden” de manera única y personal.
La comorbilidad y los trastornos de la comunicación son dos elementos que en los ancianos influyen sobre el dolor, tanto en lo que respeta a su mayor incidencia, como al menor grado de manifestación dolorosa o comunicación.
El dolor no aliviado, puede complicar más los síndromes conocidos de inestabilidad, incontinencia y confusión, lo que perturba en gran medida la
funcionalidad del anciano.
MANEJO DEL DOLOR
En la actualidad, hay dos líneas de tratamiento del dolor:
La terapia mediante farmacología consiste en el suministro de drogas para paliar el síndrome álgico.
La terapia mediante medicina física o electromedicina consiste en la aplicación de corrientes de distinta índole y ondas sónicas para tratar el dolor, dentro de la amplia gama de dispositivos de electroterapia disponibles.
La comprensión científica del dolor va evolucionando rápidamente. Antes se pensaba que su presencia implicaba únicamente la existencia de un daño físico, sin embargo, actualmente la ciencia nos ha llevado a descubrir la importancia que tienen las consecuencias de la vivencia del dolor. Porque el dolor genera importantes reacciones emocionales que pueden potenciar el sufrimiento que lleva asociado.
Pero, además, si el dolor se hace crónico puede tener un impacto devastador en todos los aspectos vitales de la persona que lo sufre:
Socialmente, porque se tienen que disminuir las relaciones sociales con amigos y allegados.
Laboralmente, puede llegar a afectar a la capacidad de trabajar, produciendo un sentimiento de inutilidad y problemas económicos.
En las relaciones de familia y de pareja, porque no se pueden cumplir las expectativas de nuestros seres queridos.
Un dolor crónico llega a hacer que las personas se planteen el para qué y el por qué de la vida. Normalmente tenemos la experiencia de que el dolor es pasajero y controlable; pero cuando aparece un dolor resistente, que no se pasa, nuestra concepción del mundo se tambalea. Surge entonces la necesidad de construir una nueva en la que tenga sentido la existencia de un dolor que no se puede evitar y en la que podamos dar cabida a:
Sensaciones corporales incontrolables.
Limitaciones en la capacidad corporal.
Pérdida de contacto social.
Problemas laborales que pueden incluir incertidumbre económica, etc.
La labor del psicólogo se centra en trabajar terapéuticamente todos estos aspectos del dolor para mejorarlo y hacerlo más soportable.
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