Se define como el estudio que se hace al comportamiento del niño, y comprende desde su nacimiento hasta la adolescencia, incluyendo sus caracteristicas fisicas, cognitivas, motoras, linguisticas, perceptivas, en la sociedad y en cuanto a sus emociones.
Los psicólogos infantiles explican semejanzas y diferencias entre los niños, así como también comportamiento y desarrollo. Desarrollan métodos para tratar los problemas sociales, emocionales y de aprendizaje, aplicando diferentes terapias en consultas privadas y en escuelas, hospitales y otras instituciones.
Existen dos cuestiones críticas para los psicólogos infantiles que son: primeramente, determinar cómo las variables ambientales (el comportamiento de los padres, por ejemplo) y las características biológicas (como las predisposiciones genéticas) interactúan e influyen en el comportamiento; y segundo, entender cómo los distintos cambios en el comportamiento se interrelacionan.
Se debe aprender a diferenciar lo que estudia la psicología infantil a lo que es en realidad laq Psiquiatría infantil.
La psiquiatría de niños "es la rama de la psiquiatría que se especializa en el estudio, diagnóstico, tratamiento y prevención de los trastornos psicopatológicos de los niños, los adolescentes y sus familias. La Psiquiatría infanto-juvenil abarca la investigación clínica, la fenomenología, los factores biológicos, los factores psicosociales, los factores genéticos, los factores demográficos , los factores ambientales, la historia, y la respuesta a las intervenciones de los niños y adolescentes con trastornos psiquiátricos (Kaplan y Saddock)".
Las necesidades básicas de los niños en pocas palabras
Las personas tienen seis niveles de necesidades básicas.
Estas necesidades siguen presentes durante toda la vida.
Todos podemos esforzarnos para satisfacer nuestras necesidades y las de nuestros hijos.
Todos tenemos necesidades básicas que debemos satisfacer antes de poder concretar nuestros sueños. Hasta que nuestros hijos puedan satisfacer sus propias necesidades, debemos satisfacerlas por ellos. También debemos ayudarlos a que aprendan a cuidarse por sí mismos.
Existen seis niveles de necesidades básicas que se deben satisfacer antes de que las personas puedan alcanzar la meta final que les permita establecer sus objetivos personales y ser independientes.
INFLUJOS PATOGENICOS.
Los niños a partir de su nacimiento pueden estar sujetos a influjos que creen un obstáculo en su desarrollo y en su carácter. A continuación se presentan algunas actitudes nocivas que se manifiestan y pueden ser identificadas:
RECHAZO: La NO aceptación, el rechazo que hace el niño por su madre constituye una grave eventualidad menos frecuentemente manifiesta en formas abiertas que en formas encubiertas por una capa de apariencias y de racionalización. Es necesario que se distinga entre una forma activa y una pasiva. En el rechazo pasivo la vinculación afectiva entre la madre y su hijo es sumamente débil o no existe. En otras ocasiones se trata de mujeres superficiales y vanidosas cuyo afectos son insustanciales o no existen, dedican muy poco tiempo al niño.
Posesividad
Es la fuerza predominante en la relación madre-hijo, la retención. El sentimiento de ternura hacia el niño puede estar presente o ausente pero el elemento esencial en la relación es la necesidad compulsiva de mantener una unidad indivisible con él. En algunos casos la madre identificada desmerusadamente con su hijo se olvidad de separar e individualizar sus personalidades.
La relación simbiótica que se establece entre una madre y su hijo puede llevarla a experimentar sentimientos de pertenencia muy fuertes. Dando vida a otro ser, ella siente como si se desdoblara. Pero ese desdoblamiento no existe más que en su fantasía, pues desde el mismo momento de la concepción, el ser que ella acogió en su vientre gozó de entidad propia. Un ser diferente tanto de su madre como de su padre, por mucho que se le parezca. El deseo inconsciente de muchas mujeres de dar a luz un bebé que les pertenezca en exclusiva es una realidad. Entender esta situación y aceptarla para mejor combatirla es de vital importancia.
Cuando nace, el bebé es capaz de reconocer a su madre por la voz y el olor. Con ella está mejor que con nadie: ella le da su leche, su calor, su afecto. Por su parte, al dar a luz, la madre se siente como vacía. Extenuada física y psíquicamente. Responder a las demandas del bebé le resulta trabajoso. Y más si es primeriza: está cansada, tensa, se siente inexperta y confusa respeto al trato con el recién nacido. “Las primeras semanas fueron tan difíciles para mí que empecé a dudar de mi capacidad para ser madre. En la calle, observaba a las mamas con sus bebés más mayores con envidia y admiración: ellas sí habían estado a la altura de las circunstancias…”, recuerda una mamá.
Pero pronto, la situación evoluciona. La madre empieza a entablar con su bebé una relación muy especial. Y en la mayoría de los casos, bastante exclusiva. El se ha convertido para ella en el centro del universo y el objeto de todos sus intereses o preocupaciones. “Más de una vez, me llegué a sentir incómodo con los amigos que venían a vernos. Mi mujer no era capaz de hablar de otra cosa que no fueran partos, bebés, biberones y pañales”, comenta un papá. El mundo se ha reducido de tal manera que convivir con ella resulta un tanto sofocante para quienes no tienen hijos. Y su total entrega al bebé puede convertirse en un motivo de celos para el joven padre que apenas reconoce a su compañera de antes.
La madre y el bebé viven un auténtico idilio. Delegar en el padre o en algún otro familiar las tareas de la crianza no suele ser de su agrado. Volver al trabajo puede que le cueste un gran esfuerzo. Su vida profesional ha pasado a un segundo plano en beneficio de la relación con su bebé. Lejos de él, está a disgusto. Se preocupa… ¿No le faltará de nada? ¿Estará tan bien atendido como con ella? “Mi madre me hizo notar que cuando llegaba a casa después del trabajo, lo primero que hacía era quitarle la chaqueta a mi hija diciendo que tenía mucho calor. En realidad, quien tenía calor era yo porque volvía en bicicleta”, cuenta Alejandra. Con esta inocente conducta, Alejandra expresaba sentimientos más profundos: su secreto convencimiento de que sólo ella era capaz de entender a su hija y de cuidarla.
¿Se deduce de esto que es una madre posesiva? De ninguna manera. Durante el primer año, el bebé necesita protección y muchos cuidados. La actitud de su madre es la adecuada. Pero esa actitud ha de evolucionar porque el bebé está “programado” por la naturaleza para convertirse en un ser sociable. Además, la finalidad de todo proceso educativo es enseñar a vivir con autonomía.
Dominio
er madre es un privilegio, sin embargo, sobreproteger a los hijos al grado de asfixiarlos psicológicamente, es entrar en una vía que produce hijos infelices e inmaduros.
El ser madre es algo esperado y anhelado por muchas mujeres, que ven en dicha posibilidad una forma de autorealización. No hay nada malo en la expectativa de ser mamá.
El problema se suscita cuando algunas mujeres no entienden que su rol de madre no les da derecho a castrar psicológicamente a sus hijos al grado de no permitirles crecer y desarrollarse adecuadamente como personas.
Una madre posesiva
Las madres que consideran que sus hijos son su propiedad personal y lo creen literalmente, son personas psicológicamente enfermas que tarde o temprano dañarán, algunas de manera irremediable, a sus hijos e hijas.
Sumisión
Otra forma de relación simbiótica es la madre sumisa, se manifiesta por indulgencia y consentimientos maternales exagerados. Una mujer generalmente poseedora de una organización caracterológica de tipo masoquista cree que adora a sus hijos, no se despega de ellos los cuida y protege en adolescencia aún como si fueran lactantes. Muchas veces esas actitudes pueden estar estimuladas por privaciones sufridas por la madre en la infancia. Los hijos de madres sumisas por lo general desarrollan una imagen engrandecida de si mismos y desarrollan sentimientos de omnipotencia cuya falsedad, el mundo se encarga de enseñarles cuando se despegan de la falda de sus madres.
Fijación Incestuosa.
Normalmente el erotismo es mínimo en la relación de la madre con el niño. Sin embargo algunas madres frustradas afectiva y sexualmente tiñen intensamente de sexualidad su relación con sus hijos. El niño puede ser sobre estimulado sexualmente mediante actitudes demasiado demostrativas y seductoras, muchos besos, muchas caricias el niño duerm e en la cama de la madre hasta edades inconvenientes etc. Y todo ello favorece la fijación sexual del niño a la madre, cuya consecuencia es la perturbación de su desarrollo psicosexual que puede expresarse en su incapacidad de establecer vinculos afectivos y eróticos fuera de su núcleo familiar.
COMPLEJO DE EDIPO.
El complejo de Edipo es conocido por ser una etapa en la que los niños experimentan un enamoramiento hacía sus padres. Fue llamado así por el psicoanalista Sigmund Freud, quien afirma que durante la evolución sexual de los seres humanos, hay un momento de la infancia en la que sienten atracción por la madre en el caso de los niños y por el padre en el caso de las niñas.
Puede sonar un poco extraño pero en determinados casos es evidente que el niño expresa celos o rechazo ante las manifestaciones de afecto que hay entre sus padres. Es un síntoma característico del complejo de Edipo, llamado así porque Freud, para explicar esta fijación, hace referencia a la tragedia griega de “Edipo el Rey” en la que Edipo, sin saberlo, mata a su padre y se casa con su madre. Para el caso de las niñas este complejo se llama El complejo de Electra.
En ambos casos, el pequeño adopta una actitud posesiva y trata de impedir que sus padres tengan manifestaciones de cariño entre ellos. Esto se debe a que los niños, alrededor de los cuatro o cinco años, durante su desarrollo sexual buscan una identificación y el modelo de comportamiento de la persona que más admiran: El padre, para el caso de los niños y la madre para el caso de las niñas.
Por eso los niños imitan todo lo que hace su padre con el único fin de ser como él. Sin embargo, cuando ven que su padre enamora y seduce a la madre, el niño empieza a hacer lo mismo e inconscientemente termina viendo a su padre como un rival.
Según Freud, este conflicto emocional hace parte del desarrollo natural de la sexualidad del niño. Es un conflicto inconsciente de amor y odio, culpabilidad y miedo, que no puede evitarse por ser una etapa instintiva.
¿Qué deben hacer los padres ante el complejo de Edipo?
La actitud de los padres es fundamental para que el niño en corto tiempo pueda identificar su rol sexual y conciba con claridad las relaciones familiares. Para eso te damos algunos consejos:
- Mira la situación como algo anormal y no permitas que el niño sienta que su comportamiento llama la atención.
- No hay que burlarse, puede que sea gracioso ver cómo el niño siente celos de uno de sus padres, pero para él es una situación seria, no es un juego.
- En el momento de una reacción por celos hay que hablar con el niño y explicarle con dulzura y seriedad que no es correcto lo que dice o hace.
- Observa bien a tu hijo y no lo descuides ante esta situación. Recuérdale que tanto mamá como papá lo quieren y explícale brevemente en qué consiste el amor familiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario